Quiropodia y podología: la importancia de vigilar la salud de los pies

Los pies son sin duda los grandes olvidados de nuestros cuidados corporales y pocas personas dedican el tiempo necesario a prevenir los problemas que puedan afectar a esta zona del organismo.

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La mayoría sólo nos acordamos de la salud de los pies cuando estos protestan en forma de molestias, dolor o alteraciones como las callosidades o los problemas de las uñas, por ejemplo.

Tal y como se recuerda desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos, los pies son una de las partes del organismo que más sufren, ya que tienen que soportar todo nuestro peso y, además, los utilizamos constantemente, de ahí la importancia no sólo de incluirlos en las rutinas diarias de cuidados corporales sino también, ya desde la infancia, acudir al podólogo para revisar la salud de esta zona y, sobre todo, para prevenir el desarrollo de problemas que, además de molestos, pueden llegar a ser muy incapacitantes.

Es importante recordar que los podólogos son profesionales que atienden todo tipo de problemas que afectan a los pies, no sólo los más serios (aquellos que necesitan una intervención quirúrgica, por ejemplo) sino otros como los que se derivan de la práctica deportiva y, también, las alteraciones de la piel de esta zona corporal. Estas últimas son, de hecho, los problemas podológicos que más afectan a la población. Y es que los típicos callos que todos padecemos en alguna ocasión no son un problema estético, como mucha gente cree, sino sanitario.

Precisamente, el abordaje de las alteraciones o lesiones que afectan a las uñas y a la piel de los pies es el objetivo de la quiropodia, un tratamiento podológico que es fundamental no solo para solucionar estos problemas sino también para prevenir su aparición y diagnosticarlos cuando aún se encuentran en una fase incipiente, para evitar así que vayan a más y den lugar a lesiones más graves y dolorosas. Las principales lesiones que trata la quiropodia son, por un lado, callosidades, durezas y otras lesiones producidas por el engrosamiento y endurecimiento de la piel (hiperqueratosis) y, por otro, las distintas alteraciones que pueden presentar las uñas, desde las encarnadas y engrosadas hasta las lesiones derivadas de golpes y traumatismos, pasando por las infecciones producidas por hongos y bacterias. La mayoría de los tratamientos de quiropodia se ajustan al siguiente esquema:

  • Eliminación de callos y durezas.
  • Corte, limado y fresado de las uñas.
  • Masaje e hidratación de los pies.
  • Patologías dérmicas

La quiropodia permite también al podólogo detectar otras posibles dolencias que puedan afectar a los pies como juanetes, verrugas, papilomas, fascitis plantar, dedos en garra o pie diabético, entre otras. Esta es una razón más para someterse al menos una vez al año (y no solo cuándo aparezcan las lesiones) a este tratamiento.

Por otro lado, a menudo se suele confundir el tratamiento de quiropodia con la pedicura. Las diferencias entre ambos procedimientos son varias. Para empezar, la quiropodia es un tratamiento médico y la pedicura es una técnica estética. Aunque en la pedicura también se abordan las callosidades y durezas y se mejora el aspecto de las uñas, esto se hace solo a nivel estético y superficial. Siempre es importante que éstas y otras dolencias de la piel de los pies sean tratadas por un podólogo, ya que estos son los profesionales cualificados para solucionarlos, determinar su origen y prevenir que se vuelvan a producir.

En cuanto a las causas que producen las lesiones que trata la quiropodia, en el caso de las uñas, la morfología, componentes genéticos, tipo de calzado e incluso patrones de vida son las que determinan la forma en la que éstas crecen, haciéndolas más o menos proclives a romperse, encarnarse o engrosarse, pero tanto en ellas como en lo que se refiere a los callos y durezas, el enemigo número 1 está perfectamente identificado: el uso de un calzado inadecuado, una circunstancia que somete al pie a una presión excesiva a la que la piel de la zona, más fina y vulnerable que la del resto del cuerpo, suele sucumbir. Para evitarlo, además de elegir con mucho cuidado el modelo y tipo de calzado, hay que adoptar otras medidas que recomiendan los podólogos:

  • Hidratar los pies todos los días, sobre todo en verano.
  • Secarlos bien tras la ducha o los baños en el mar o la piscina: el exceso de humedad favorece las infecciones y la aparición de grietas.
  • Cortar las uñas siempre rectas.
  • Acudir al podólogo ante la aparición de cualquier síntoma o lesión; no esperar que vaya a más.

Infórmate de los servicios de podología y quiropodia del Centro de Bienestar Pozuelo